Por Ing. Emilio Apud
Ex Secretario de Energía
Luego de la irresponsable transferencia de renta del sector energético a sus usuarios, hecha por el kirchnerismo, fiel a los preceptos elementales del populismo, le toca al que venga la poco agradable misión, políticamente hablando, de introducir nuevamente racionalidad al sector. No solo para recuperarlo del vaciamiento al que fue sometido sino para, de una vez por todas, poner en valor los grandes recursos energéticos que tenemos sin utilizar y que exceden ampliamente las necesidades de 40 millones de argentinos.
Sí, estoy diciendo que el objetivo debería ser desarrollar al sector para que, además de abastecer adecuadamente al mercado interno, sea una gran fuente de divisas y trabajo para nuestro país. Las divisas, con la exportación de crudo, gas natural, combustibles y productos derivados y de tecnología. El trabajo con los múltiples desarrollos y actividades de las inversiones por venir.
Evidentemente el grado de desconfianza y desprestigio internacional en el que ha sumido a nuestro querido país el kirchnerismo es un obstáculo difícil a remover para convocar con éxito al capital internacional que permita poner en valor nuestras variadas y cuantiosas riquezas energéticas, pero que hoy son solo recursos sin beneficio alguno.
Para recuperar la confianza del mundo hay que encarar tareas domésticas en los planos macro económico e institucional, ambos de influencia directa en cualquier plan que pretenda poner en marcha efectivamente al sector energético.
Repasemos alguna de las tareas: volver a la legalidad, es decir, al estado de derecho; garantizar la seguridad jurídica, (un buen comienzo podría ser derogar la Ley de Emergencia Económica); respetar las Instituciones de la República; hacer las paces con el mundo (FMI, deudas, litigios) retomando las maltrechas relaciones con nuestros socios naturales de occidente y desarrollando nuevas con el resto del mundo; tener una moneda, unificación cambiaria, inflación dentro de parámetros normales, estadísticas creíbles y comercio exterior sin trabas discrecionales.
Otro gran obstáculo para que vengan inversiones, estoy hablando de más de US$ 15.000 millones anuales para proyectos que maduran en décadas, es la crónica falta de continuidad de las políticas públicas. Tenemos una larga historia de cambios bruscos en las políticas de desarrollo, particularmente las energéticas. Con la llegada de cada gobierno, incluso de un mismo partido, se producen cambios abruptos en función de las ideologías de turno, de intereses políticos y de ese afán fundacional que caracterizó siempre a nuestros gobiernos.
En lo que resta de este comentario avanzaré un poco más en el factor continuidad, poco valorado hasta ahora por visiones cortoplacistas de los políticos, no obstante ser un factor clave para el atractivo inversor de nuestro país. Se trata de cómo evitar que el gobierno que asuma a partir de 2019 o 2024 cambie sustancialmente la política energética que establezca quien asuma el 10 de diciembre próximo. Y para ello considero fundamentales dos elementos que hacen a la viabilidad de la continuidad: Políticas de Estado (PE), y apoyo de la ciudadanía. Hay que recordar que la falta de ambos hizo fracasar buenos intentos en el pasado, como el de Frondizi, de origen radical, anulado por otro gobierno radical y el de Menem, de origen peronista, anulado luego por otro de esa misma fuerza encabezado Kirchner y su sucesora.
Para el logro de una PE se requiere alcanzar un consenso entre las principales fuerzas políticas, mientras que para el apoyo de la ciudadanía se necesita convencerla de los beneficios que le brindaránlas acciones comprendidas en esas políticas de estado.
El elemento que podría ser una base para la formulación de la PE a partir del nuevo gobierno, es el documento de 14 puntos que desarrolló el grupo de los 8Ex Secretarios de Energía el año pasado que comprometieron cumplir, con su firma, los principales presidenciables de las próximas elecciones, como: Massa, Macri, Cobos, Sanz, Stolbizer y otros.
Ese documento denominado “Declaración de Compromiso” contiene los siguientes 14 capítulos:
- POLÍTICA DE ESTADO.
- PLAN ESTRATÉGICO ORIENTATIVO.
III. DIVERSIFICACIÓN DE LAS FUENTES PRIMARIAS DE ENERGÍA.
- OBJETIVOS PARA LA CONSTRUCCIÓN DE CENTRALES NUCLEARES. .
- BIOCOMBUSTIBLES.
- EFICIENCIA ENERGÉTICA.
VII. ROLES DE LA NACIÓN Y LAS PROVINCIAS.
VIII. MARCO JURÍDICO PARA LOS HIDROCARBUROS.
- PROGRAMA DE EXPLORACIÓN PETROLERA. .
- INTEGRACIÓN ENERGÉTICA REGIONAL.
- GESTIÓN DE YPF.
XII. PRECIOS Y TARIFAS.
XIII. DESARROLLO ENERGÉTICO SUSTENTABLE.
XIV. MEDIDAS DE URGENCIA Y TRANSICIÓN
Como se puede apreciar, el documento cubre los principales segmentos del sector energético y puede constituirse además, siempre que sus firmantes honren el compromiso asumido, en el iniciador de un diálogo inter partidario, en busca de consensos.
El crítico estado en que el actual gobierno dejará al sector, impondrá al próximo gobierno adoptar medidas urgentes y para ello requerirá del apoyo parlamentario y político de buena parte de la oposición.
Nadie podrá gobernar en soledad. Por tal razón sería saludable que los cuadros técnicos de los principales partidos cuyos referentes firmaron la Declaración de Compromiso, empezaran a discutir el desarrollo de los distintos capítulos de ese documento.
Por último, el otro factor para lograr la “continuidad” de la política energética por varios períodos presidenciales es que la gente se convenza de los beneficios que introducirán en su vida y en la del país la correcta implementación de PE, y terminar con el escepticismo histórico fruto de la falta de información al respecto.
Con tal fin se debería actuar en el plano sociopolítico no solo para convencer sino también para interesar a la gente, históricamente siempre dejada de lado. Habrá que recurrir a las mejores técnicas de comunicación que permitan transmitirle que poner en valor los importantes recursos energéticos, mejorará su calidad de vida y redundará en grandes beneficios al país y en particular a las provincias y poblaciones linderas a esos recursos.
Habrá que explicarle, cómo se beneficiarán, cómo se respetará el medio ambiente, y que la gran renta que le toque al Estado no se esfumará en gasto corriente y clientelismo. Por el contrario, se utilizará racionalmente en inversiones para infraestructura, energías renovables y educación, el capital intergeneracional más importante de una sociedad. Todo alcanzando a los niveles nacional, provincial, y, en especial, al nivel local (en el que históricamente sus pobladores se han sentido, y con razón, despojados de sus recursos). Además, actuando en consecuencia.