Situación laboral en la industria petrolera

 

Lic. Sebastián Scheimberg

 

Tras la crisis del 2002, el sector de trabajadores petroleros sindicalizados ha venido ganando peso específico en el concierto de actores (stakeholders) que hacen a la productividad de la industria. Este fortalecimiento pareciera estar también vinculado con los ciclos políticos del sector petrolero, y si bien contrasta con el proceso de reingeniería y readecuación (“downsizing”) de los años 90’, tras la privatización, se va asemejando peligrosamente a una posición corporativa como la que existió en la segunda mitad de los años 80’ en que YPF luchaba por su supervivencia con innumerables grupos de presión. En el medio aún sigue vigente la impronta de los movimientos piqueteros que nacieron justamente en este sector en forma casi simultánea en las localidades de Plaza Huincul y Tartagal, en el sur y norte del país, respectivamente. Desafortunadamente la actividad en el norte, donde los índices de pobreza y degradación social son muy altos, nunca volvió a recuperarse.

Si bien puede sonar políticamente incorrecto, es un secreto a voces la preocupación que tiene la industria, en estos momentos de bajos precios internacionales, para hacer atractivo el negocio. Sobre todo los cañones apuntan a problemas de índole gremial, y en particular a los efectos sobre la productividad del trabajo. Por otra parte, cuando se habla de una industria capital-intensiva, no se tiene en cuenta que el cambio tecnológico que viene de la mano de los No Convencionales, implica un sistema de producción mucho más automatizado. Básicamente este tipo de producción necesita aumentar la escala y sobre todo la productividad laboral. Esto podría contribuir a un impulso a la actividad productiva, pero anticipa el advenimiento de otro tipo de tensiones.

El nuevo proceso expansivo a partir de la “minería petrolera” que experimentó Estados Unidos y que ha generado un rotundo cambio en el escenario petrolero internacional, requirió de un gran dinamismo de compañías pequeñas y medianas integradas en cadenas productivas de alta especificidad y sobre todo, de una elevada flexibilidad en las condiciones de contratación. No obstante ello, la falta de coordinación muchas veces terminó haciendo colapsar la infraestructura y a su vez generando una fuerte presión de costos (de la mano de los mayores salarios de la actividad petrolera) que afectó la competitividad de otras industrias.

Argentina tiene la posibilidad de mirarse en el espejo de la industria petrolera norteamericana y evitar algunos de los errores cometidos allí. Muchos de ellos ya se han comenzado a repetir, entre ellos la falta de planificación territorial o el impacto de los elevados salarios de los trabajadores petroleros sobre el día a día de la actividad económica; incluyendo por supuesto otros problemas sociales de mayor envergadura. Pero también debería aprovechar las enseñanzas que ha arrojado un modelo sumamente flexible, en particular en el mercado laboral.

Si vemos cómo ha sido la evolución de los salarios de los distintos sectores económicos de nuestro país, tenemos que actualmente el costo salarial petrolero prácticamente quintuplica el costo salarial promedio de la economía.

Ilustración 7: Remuneración Mensual promedio por sector de Actividad Económica (en pesos corrientes)

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Fuente: INDEC

Claramente la recuperación de la actividad económica a partir del año 2003 fue un factor relevante para reducir la conflictividad que había escalado significativamente a comienzo de la década.

A pesar de una evidente ventaja relativa del sector petrolero la conflictividad gremial vuelve a intensificarse de la mano de una evidente complicidad de la mala política en varias provincias que han contribuido a la atomización sindical. Ello se da sobre todo en las provincias del sur de la Patagonia para la época que el sindicato único comienza a desmembrarse. En efecto la Federación Petrolera, hoy comandada por el diputado bonaerense Alberto Roberti, del Frente Renovador, cada vez tiene menor alcance en el ámbito nacional. A pesar de ello todavía maneja la caja de la obra social del conjunto de trabajadores de la industria (la OSPEGAP).

El primero en desprenderse de la Federación fue el actual senador por el MPN de Neuquén Guillermo Pereyra, allá por el 2008. Inmediatamente después Mario Mansilla separó a sus dirigidos de Chubut, donde la conflictividad escaló al máximo nivel con los reclamos protagonizados por el grupo autodenominado “los Dragones”, afectando seriamente la producción del principal yacimiento petrolero del país, Cerro Dragón (PAE). En este caso el conflicto excedió al sindicato petrolero e involucró a la UOCRA en un pleito que persiste con frecuentes cortes de ruta que afecta a todo tipo de actividad económica en las provincias patagónicas.

Recientemente la provincia de Santa Cruz también promovió la separación del gremio provincial del ámbito de control de Roberti, y en términos generales lo que se nota es una mayor radicalización de los reclamos y posiciones poco transigentes de los gremios, que a pesar de la inflación mantienen salarios en dólares que en promedio superan hasta el costo salarial de un trabajador del sector en los Estados Unidos de América. Este factor, junto con las trabas arancelarias y otras restricciones macroeconómicas, erosiona la competitividad de una industria en la que están cifradas las esperanzas de la próxima recuperación económica del país a partir de una nueva gestión política en el gobierno nacional en 2016.

Ilustración 8: Evolución del costo salarial promedio en dólares por actividad económica

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Fuente: INDEC. Cuentas Nacionales

En un contexto de elevada conflictividad la gestión de Galuccio hay que reconocer que ha sido efectiva a la hora de establecer acuerdos con los sindicatos. No obstante su ecuación de costos no es particularmente atractiva. Mucho menos a los precios actuales.

No obstante a YPF le cabe las generales de la ley en materia de promoción del desarrollo sustentable, pero allí hay aun una asignatura pendiente a la hora de coordinar la actividad privada con la pública. Si bien varias empresas han incorporado programas de Responsabilidad Social Empresaria, es Estado no puede deslindar en las empresas la responsabilidad de un planeamiento indicativo coherente, y sobre todo asignar recursos a la educación y la capacidad de los ciudadanos.

Otro frente de conflicto, invariablemente presente viene de la mano del reconocimiento a los superficiarios. En varios poblados la empresa petrolera históricamente ha abusado de cierto poderío económico relativo. El caso de la titularidad del suelo también involucra una disputa no saldada con las comunidades de pueblos originarios. Sin ir más lejos, recientemente algunos de los grandes yacimientos de Neuquén han debido interrumpir su actividad por este tipo de reclamos.

Sin lugar a dudas la Argentina que viene necesita eliminar muchas de las distorsiones que desde hace 4 años afectan el proceso de crecimiento económico y desde hace 12 al sector energético, pero tanto o más importante será la conformación de un espacio de diálogo en el que los conflictos se diriman pacíficamente y en pos del bienestar del conjunto de la comunidad.